Fue ver esta primera foto y pensar en el casoplón de Mila (Kunis) y Ashton (Kutcher) en Los Angeles. Esta casa está en la otra esquina de los Estados Unidos, en Vermont, y es una auténtica maravilla poblada de antigüedades francesas e inglesas, papeles pintados de inspiración nórdica y una vocación de disfrute del impresionante […]
Crisis & CRISIS…
Pues sí, hay crisis y CRISIS. Uno de mis principios básicos es que «Aquello que se puede arreglar con dinero tiene fácil arreglo». Vamos, que los problemas con mayúscula difícilmente los resuelves pagando. En tiempos de crisis económica, quería compartir con vosotros una historia de CRISIS vital, en la que el dinero es ya un cuidado paliativo pero necesario; la que nos deja Maryam en su maravilloso blog My Marrakesh. Maryam está en Ruanda y nos narra la tristísima historia de Vestine. Os dejo aquí una traducción al español -espero no meter mucho la pata-, pero si os animáis con el inglés, AQUÍ la tenéis en su versión original. · Oh yes, I think there are crisis and CRISIS. One of my basic principles in life is «If a problem can be solved with money, then it is a little problem» (big problems can’t usually be solved this way). In days like today, where the words economic crisis seem to be everywhere, I’d like to share with you a story of a vital CRISIS, one of these stories where money plays only the role of a palliative care, written by Maryam in her blog My Marrakesh. Maryam is in a journey through Rwanda and she tells us the really sad story of Vestine. HERE you have the original post in english (below you can find the translation into Spanish).
Traducción literal del post de Maryam
«Su cabeza es pequeña, sus rasgos delicadamente perfilados, la dentadura muy blanca. Su vestido gris es demasiado grande para su pequeño cuerpo pero sus zapatos color crema están relucientes y se mueve con una cierta elegancia sobre unos tobillos increíblemente delgados.
Su nombre es Vestine. Tiene 42 años y sobrevivió al genocidio de Ruanda.
A Vestine la cogieron una noche y la mantuvieron prisionera con otras personas en un estadio. Cautivos sin comida, al quinto día comenzó a comer hierba, un puñado tras otro. Fue ese día también en el que un soldado la obligó a ir a un sórdido baño y le ordenó quitarse toda la ropa. Sus manos se retuercen en su regazo mientras comenta «Me dijo que quería comprobar si las mujeres Tutsi éramos distintas de las Hutu. Y entonces… entonces me violó».
El día siguiente fue otro soldado distinto. Este intentó meter su pene en su boca de Vestine. Cuando ella protestó, le dió un fuerte golpe en la cabeza. Con sus dedos repiqueteando en la cara, Vestine describe cómo la sangre caía por sus ojos y resbalaba hacia la nariz mientras hacía lo que se le había ordenado.
La historia de Vestine continua, implacable. Cuando se hartaron de ella, ya veis, los soldados la obligaron a ponerse a cuatro patas, se sentaron a horcajadas sobre ella y cabalgaron en su espalda como si fuera un burro, azotándole con un palo en los pies para que fuera más y más rápido.
Cuando al final fue llevada de vuelta a casa, Vestine se encontró los cadáveres de su marido y dos hermanos que habían sido asesinados a machetazos. De día, era violada por el soldado que la mantenía cautiva. De noche, los perros venían a darse un festín con los cuerpos de las personas a quien más quería.
Después de algunas semanas, Vestine fue llevada a la casa del comandante Hutu. Ella se reveló, lo que fue un error fatal. Con voz titubeante mientras mira a su regazo, susurra «El comandante cogió un cuchillo y mutiló mis genitales, cortando… cortando todo lo que vió. Entonces… entonces, me hizo tragarme lo que me había cortado».
Vestine sobrevivió al genocidio, rescatada por un vecino Hutu que la mantuvo escondida. Dos de sus tres hijos también sobrevivieron; el tercero murió por una granada al intentar huir a las montañas.
Sólo 7 años más tarde, Vestine –rota y enferma– descubrió que había sido infectada por el virus del VIH/SIDA
Vestine, y miles como ella, son ahora ayudados por AVEGA, una ONG ruandesa dedicada a sacar adelante a las viudas del genocidio. Sus ingresos son pequeños pero sus corazones grandes.
¿Podrías, serías capaz también de encontrar sitio en tu corazón para ayudar? En una oscura vida diferente, en un oscuro espacio diferente, podrías haber sido tú en lugar de Vestine. Podría haber sido yo en lugar de Vestine.
¿Son 50 dólares mucho?¿o quizá 25 dólares en tiempos malos? Podría alguien ayudarme aceptando donaciones a través de su cuenta Paypal (yo no tengo ninguna y no puedo conseguirla desde Marruecos) Menciones en otros blogs también serían muy valiosas. Dejad un comentario o mandadme un mail a maryam@mtds.com si queréis ayudar. Os prometo –con una certidumbre de desesperada tristeza– que será el dinero mejor invertido que gastéis en todo el mes. Mi semana está llena de horror –No puedo mirar hacia otro lado. Por favor, por favor, no miréis tampoco vosotros.»